Un conferencista hablaba sobre cómo tratar con la tensión de
la vida. Levantó un vaso con agua y preguntó al auditorio: ¿Cuánto creen
ustedes que pesa este vaso con agua? Las respuestas variaron entre 20 y 500
gramos.
Entonces el conferencista comentó: El peso del vaso del
agua, no importa, depende de cuánto tiempo voy a sostenerlo. Si lo sostengo por
un minuto, está todo bien. Si lo sostengo durante una hora, tendré un gran dolor
en mi brazo. Si lo sostengo durante un día completo, tendrán que llamar una
ambulancia. El peso es exactamente el mismo, pero cuanto más tiempo paso
sosteniéndolo, más pesado se va poniendo.
Lo mismo sucede en nuestras vidas, comenzamos a cargar sobre
nuestros hombros, odios, rencores, preocupaciones de todo tipo, cargamos el
futuro sin saber si mañana estaremos en este mundo. Llegará un momento en que
tanto peso nos derrumbará, vendrán frustraciones, decepciones, desilusiones que
nos deprimirán de tal manera que ya no podremos continuar.
Por el contrario, si
todo, absolutamente todo, lo dejamos en las manos de Jesús, nos sentiremos
aliviados, sin preocupaciones, temores y al fin podremos decir soy feliz porque
mi Señor, tiene mi vida en absoluto control.
Jesús te dice: < Mateo 11:28 "Ustedes viven siempre
angustiados y preocupados. Vengan a mí, y yo los haré descansar”>
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