Este es el primer precepto de la amistad: Pedir a los amigos sólo lo honesto, y sólo lo honesto hacer por ellos. Sólo un buen amigo es capaz de comprender que su presencia puede llegar a molestarnos.
Si es un verdadero amigo, no habrá que perdonarle jamás nada. Pero si debemos ser claros edificándole en amor. La amistad sólo podía tener lugar a través del desarrollo del respeto mutuo y dentro de un espíritu de sinceridad.
El amigo ha de ser como la sangre, que acude luego a la herida sin esperar a que le llamen. El auténtico amigo es el que lo sabe todo sobre ti y sigue siendo tu amigo.
Un hermano puede no ser un amigo, pero un amigo será siempre un hermano. Si sientes que todo perdió su sentido, siempre habrá un ¨te quiero¨, siempre habrá un amigo. Y este es el amigo fiel el que no falla y siempre estará, el que pago por todos tus errores y pecados, el que tiene palabra de esperanza la cual sana, libera y puede llenar tu vida de gozo eterno. Este es Cristo Jesús, deja hoy que entre en tu vida, llámalo y el vendrá y no esperes a mañana, ahora el esta esperando.
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