Nadie llega a la meta con
su primer intento, ni se perfecciona la vida con una simple rectificación, de
la misma manera que nadie alcanza la altura deseada con un solo vuelo.
Nadie camina por la vida
sin haber pisado en falso muchas veces...nadie recoge una cosecha sin trabajar
duramente, sembrar la semilla y abonar la tierra.
Nadie mira la vida sin
acobardarse en algunas ocasiones, ni se sube a un barco sin temerle a la
tempestad, ni llega a puerto sin remar lo necesario.
Nadie siente el amor sin
probar sus lágrimas, ni recoge rosas sin sentir sus espinas.
Nadie puede edificar
evitando el martillo, ni se cultiva una amistad con Dios, sin renunciar a uno
mismo.
Nadie llega a la otra
orilla sin pasar a través del puente.
Nadie llega a tener el
alma brillante sin el diario pulido de Dios.
Nadie puede juzgar sin
conocer primero su propia debilidad.
Nadie consigue su ideal
sin haber pensado muchas veces que perseguía un imposible.
Nadie conoce la
oportunidad hasta que ésta pasa por su lado y la deja ir.
Nadie llega hasta el pozo
de Dios, sin caminar y sufrir la sed del desierto.
“Si tienes claro el
objetivo, si todavía conservas algo de fuerza y de voluntad,
si mantienes los ojos puestos en Dios y crees, obedeces y perseveras con fe,
te aseguro, que no dejarás de alcanzar tus sueños”
si mantienes los ojos puestos en Dios y crees, obedeces y perseveras con fe,
te aseguro, que no dejarás de alcanzar tus sueños”
Así dice la palabra:
Hebreos 12:3 Considerad a aquel que sufrió tal
contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse
hasta desmayar.
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