Una vez, un padre de una familia
acaudalada llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de
que éste viera cuán pobre era la gente de campo. Pensó que así comprendería el
valor de las cosas y lo afortunados que eran ellos.
Estuvieron por espacio de un día y una
noche en una granja con una familia campesina muy humilde.
Al concluir el viaje, mientras regresaban
a casa, el padre le preguntó a su hijo: -¿Qué te pareció el viaje? ¡¡Muy bonito
Papá...!! -¿Viste qué tan pobre y necesitada puede ser la gente? - ¡¡Si...!!
-¿Y qué aprendiste...? -Vi que nosotros
tenemos un perro en casa y ellos tienen cuatro.
-Que nosotros tenemos una piscina de 25 metros, pero ellos tienen un
riachuelo que no tiene fin.
-Que nosotros tenemos unas lámparas
importadas en el patio para alumbrar la noche, pero que ellos tienen las
estrellas.
-Que nuestro patio llega hasta el borde
de la casa, pero el de ellos tiene horizonte.
-Especialmente papá, vi que ellos tienen
tiempo para conversar y convivir en familia, mientras que a ti y a mamá, como
siempre están trabajando, casi nunca tienen tiempo para mí y apenas los veo.
Al terminar el relato, el padre se quedó
mudo... y su hijo agregó: ¡¡Gracias Papá por enseñarme lo ricos que podríamos
llegar a ser...!!
Proverbios 14:21 Peca el que menosprecia
a su prójimo; Mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado.
Con solo este mandamiento cumplimos toda
la ley: -<Lucas 10:27 (TLA) El maestro de la Ley respondió: —“Ama a tu Dios
con todo lo que piensas, con todo lo que vales y con todo lo que eres, y cada
uno debe amar a su prójimo como se ama a sí mismo.>
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