El niñito miraba al abuelo escribir una
carta. En un momento dado le preguntó: - ¿Abuelo, estás escribiendo una
historia que nos pasó a los dos? ¿Es, por casualidad, una historia sobre mí?
El abuelo dejó de escribir, sonrió y le
dijo al nieto: - Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más
importante que las palabras, es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú
fueses como él cuando crezcas.
El nieto miró el lápiz intrigado, y no
vio nada de especial en él, y preguntó: - ¿Qué tiene de particular ese lápiz?
El abuelo le respondió: - Todo depende
del modo en que mires las cosas. Hay en él cinco cualidades que, si consigues
mantenerlas, harán siempre de ti una persona en paz con el mundo.
Primera cualidad: Puedes hacer grandes
cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos. Esta mano
la llamamos Dios, y Él siempre te conducirá en dirección a su voluntad.
Segunda cualidad: De vez en cuando
necesitas dejar lo que estás escribiendo y usar el sacapuntas. Eso hace que el
lápiz sufra un poco, pero al final, estará más afilado. Por lo tanto, debes ser
capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.
Tercera cualidad: El lápiz siempre
permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que
corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo
importante para mantenernos en el camino de la justicia.
Cuarta cualidad: Lo que realmente importa
en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay
dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior.
Quinta cualidad: Siempre deja una marca.
De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida, dejará
trazos. Por eso intenta ser consciente de cada acción. (Autor anónimo)
<Isaías 64:8 A pesar de todo, Señor,
tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el alfarero. Todos somos
obra de tu mano.> Barro, Lapicero, Baso… todo en sus manos es para
bendición.
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