jueves, 12 de abril de 2012

LA ENSEÑANZA DE LOS GIRASOLES


 ¿Se ha fijado usted alguna vez cómo esta planta gira su enorme flor hacia el sol? El «girasol» nos da, pues, una enseñanza. El sol es fuente de luz y calor. Necesitamos la luz para vivir, para conducirnos y para tomar buenas decisiones. Para ser felices y estar seguros en un mundo difícil necesitamos calor.
Hechos 4:12. En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. 

¿Hacia dónde dirigirnos a fin de tener la respuesta a nuestras necesidades? Hacia Dios mismo, por medio de la fe. En efecto, Dios quiere dar luz y calor a cada uno, pero esto sólo es posible si nos volvemos a él por medio de su Hijo Jesucristo. Sí, Jesús vino, “luz del mundo” (Juan 8:12) para todos los pueblos, luz enviada por Dios, hecha de ese resplandor que es gracia y verdad. Al recibirlo en lo más profundo de nuestro ser, nos transmite la vida de Dios para que gocemos de una nueva relación con nuestro Creador.


       Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). Para no tener que ir a las tinieblas eternas, lejos de Dios, dirijámonos a Jesús.

       Y nosotros los creyentes, si seguimos a Jesús, caminaremos bajo su luz y seremos testigos de ella. La Biblia dice: “El fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad” (Efesios 5:9). Así como las flores del girasol producen aceite, el creyente que fija su mirada en Dios muestra sus caracteres de bondad, rectitud y verdad. 
De Amen,Amen. 

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