Tú, que te quejas y
reclamas lo que no recibes, ¿has pensado en lo que no das? Tú,
que te lamentas porque sufres, ¿te has dado cuenta de cuánto haces sufrir? Tú, que
acusas a los demás de ignorantes, ¿eres consciente de lo mucho que no sabes? Tú, que condenas a
los que se equivocan y fallan, ¿te das cuenta de tus propios fallos? Tú, que desconfías de
los amigos sinceros, ¿alguna vez te has analizado con sinceridad? Tú, que te quejas de tus
penurias, ¿no eres capaz de ver que tienes mucho más que los demás? Tú, que críticas al mundo, ¿alguna
vez has hecho algo para mejorarlo? Tú,
que te crees tan modesto, ¿no estarás orgulloso de ser tan humilde? Tú,
que constantemente condenas el mal, ¿estás comprometido a difundir el bien a
través de tu vida?
Tú, que criticas la indiferencia, ¿siembras la compasión y el amor a tu
alrededor? Tú,
que te irritas contra la pobreza, ¿estás usando bien tus recursos?
Tú, que no soportas las espinas, espero que no estés cultivando rosas.
Tú, que tanto lamentas la oscuridad, ¿eres capaz de brillar con luz
propia?
Tú, que tanto te ocupas y preocupas por ti mismo, ¿te preocupan también
los demás? Tú,
que te sientes tan pequeño, ¿alguna vez has intentado crecer y madurar? Tú,
que te quejas de la soledad, ¿eres una buena compañía?
Tú, que no soportas la enfermedad, ¿qué haces por tu salud?
Tú, que anhelas la unidad, la armonía y la concordia, ¿has combatido la
discordia en tu propia vida, en tu propio hogar?
“Tú, que te consideras cristiano, ¿alguna vez le has pedido a
Jesús que venga a morar en tu corazón?”
Mateo 7:1 No juzguéis, para que no
seáis juzgados. 2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis
juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. 3 ¿Y por
qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga
que está en tu propio ojo?
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