Como flores hermosas, con color, pero sin aroma, son las
dulces palabras para el que no obra de acuerdo con ellas. Con buenas palabras
se puede negociar, pero para engrandecerse se requieren buenas obras.
Es posible conseguir algo duradero con pelea, pero es seguro
que se podrá conseguir con apenas tres palabras impregnadas de afecto. No hay
nada tan increíble que la oratoria no pueda volverlo aceptable.(las dos son
necesarias, saber hablar y trabajar)
Las palabras que no van seguidas de hechos, no valen nada.
Las palabras son como las hojas; cuando abundan, poco fruto hay entre ellas. La
palabra verdadera no necesita justificación, se sostiene por ella misma, la
verdad es indestructible.
A menudo me he tenido que comer mis palabras y he
descubierto que eran una dieta que me ha hecho bien.
Proverbios 3:3 Nunca se aparten de ti la misericordia y la
verdad; Átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón; 3:4 Y
hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres. Mateo
7:16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o
higos de los abrojos?
Pidámosle a Dios nos de gracias para hablar verdad y dar
fruto.
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