ROMANOS. 12:16 No seáis altivos en vuestro pensar, sino
condescendiendo con los humildes.
Hoy iba paseando por un puerto de Bizkaia con una amiga
de niñez y conversando de todo lo acontecido en nuestras vidas, hacia mucho
tiempo que no nos veíamos y hablando hoy fue ese día donde a través de
recuerdos llegamos a la actualidad y los dos nos alegrábamos de nuestro estado a día de hoy, pues la
verdad pasamos juntos tiempos negros y muy oscuros dentro de la droga y unas
cuantas locuras mas.
Ella se alegró y acepto mi nueva condición mi nueva vida,
yo también acepte la suya, con la salvación a su forma pero al fin y al cabo
aquí en este mundo esta bien, me alegre por ello, yo ahora pido a Dios le permita
conocerle pues el murió también por
ella, yo en oración se lo he puesto.
Pero lo interesante del relato es que yo sabiéndome
aceptado por ella, me crecí y quise alardear, le hable tanto de fe, que en ese
momento quise entre comillas demostrarle
y le pedí delante de ella un aparcamiento para el coche y claro el señor
no me lo concedió, ella echándose a reír me dijo ¡si yo soy dios tampoco te lo concedo, mira
que pedirle eso! y nos reímos juntos y es cierto muchas veces queremos hacer
alardes de la bondad de Dios, pero no
era ese el momento. (Otras veces en intimidad y por necesidad me a concedido
mas que eso) pero de aquí saque buena lección de HUMILDAD.
SANTIAGO. 2:1,5 Hermanos
míos, no tengáis vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo con una
actitud de favoritismo. ¿No escogió Dios a los pobres de este mundo para ser
ricos en fe y herederos del reino que El prometió a los que le aman?
I CORINTIOS. 10:24 Nadie
busque su propio bien, sino el de su prójimo.
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