<Romanos 2:7 vida eterna a los que,
perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad,>
Nadie llega a la meta con su primer
intento, ni se perfecciona la vida con una simple rectificación, de la misma manera
que nadie alcanza la altura deseada con un solo vuelo.
Nadie camina por la vida sin haber pisado
en falso muchas veces...nadie recoge una cosecha sin trabajar duramente,
sembrar la semilla y abonar la tierra… Nadie mira la vida sin acobardarse en algunas
ocasiones, ni se sube a un barco sin temerle a la tempestad, ni llega a puerto
sin remar lo necesario.
Nadie siente el amor sin probar sus
lágrimas, ni recoge rosas sin sentir sus espinas… Nadie puede edificar evitando
el martillo, ni se cultiva una amistad con Dios, sin renunciar a uno mismo.
Nadie llega a la otra orilla sin pasar a
través del puente… Nadie llega a tener el alma brillante sin el diario pulido
de Dios… Nadie puede juzgar sin conocer primero su propia debilidad… Nadie
consigue su ideal sin haber pensado muchas veces que perseguía un imposible… Nadie
conoce la oportunidad hasta que ésta pasa por su lado y la deja ir… Nadie llega
hasta el pozo de Dios, sin caminar y sufrir la sed del desierto.
“Si tienes claro el objetivo, si todavía
conservas algo de fuerza y de voluntad, si mantienes los ojos puestos en Dios y
crees, obedeces y perseveras con fe, te aseguro, que no dejarás de alcanzar tus
sueños”
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