lunes, 16 de septiembre de 2013

CARTA DEL ENEMIGO

CARTA DEL ENEMIGO
Querido y deseado, te observé ayer cuando comenzabas tus tareas diarias. Me fijé, y en todo el día no hablaste con Dios ni siquiera un momento. De hecho, ni te acordaste de bendecir tus alimentos. Veo que eres muy desagradecido con tu Dios y eso me encanta.
También me gusta tu falta de disposición y las pocas ganas que demuestras en todo lo que se refiere a tu crecimiento cristiano.
Rara vez lees la Biblia y cuando lo haces, estás tan cansado… Oras muy poco y casi siempre recitas palabras que no meditas.
Siempre tienes alguna excusa cuando llegas tarde o faltas a las reuniones de formación. ¡Y cuánta razón tienes al quejarte de la evangelización o del diezmo!
Todo eso es muy útil para mí. No puedo describir cuánto me alegra que en todo este tiempo en el que estás siguiendo a tu Dios, no hayas cambiado tu manera de comportarte.
Tantos y tantos años y sigues como al principio; crees que no hay nada que cambiar. Me encantas.
Recuerda que tú y yo hemos pasado muchos años juntos. Por eso quiero que sepas que aún te detesto, es más: te odio porque odio a tu Padre. En realidad solamente te estoy usando para molestarlo. Él me echó del cielo y yo voy a utilizarte mientras pueda para vengarme de Él.
Mira, ignorante: Dios te ama y tiene grandes planes preparados para ti, pero tú eres tan idiota que me has cedido tu existencia y yo te aseguro que voy a conseguir que vivas un verdadero infierno en vida. Voy a compartirte con Él y esto realmente le va a doler a tu Dios. Gracias a tu cooperación voy a mostrarle quién es el que gobierna realmente tu vida.
Déjame decirte que cuando te diviertes sanamente me desilusionas, pero no hay problema; siempre habrá otra oportunidad. Hay veces que me haces servicios increíbles: cuando das malos ejemplos a los niños o cuando les ayudas a que pierdan su inocencia, por medio de la televisión o cosas por el estilo. Son tan perceptivos que fácilmente imitan lo que ven. Te lo agradezco mucho.
Lo que más me gusta de ti, es que rara vez tengo que tentarte. Casi siempre caes por tu cuenta. Tú buscas los momentos propicios, tú te expones a situaciones peligrosas, tú buscas mis ambientes. Si tuvieras algo dentro de tu cabeza cambiarías de ambiente y compañías y le entregarías realmente tu vida al que dices llamar "tu Dios", viviendo el resto de tus años bajo la guía del Espíritu Santo.
Mira, reconozco que no acostumbro enviar este tipo de mensajes, pero eres tan conformista espiritualmente que no creo que vayas a cambiar.
No me malentiendas: todavía te odio y no me interesas en lo más mínimo. Si te escribo es porque me agrada cómo te comportas y pones en ridículo a Jesús.

Tu enemigo que te odia, Satanás o como me quieras llamar - P/D: Si realmente me amas no muestres esta carta a nadie.

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