La capacidad de pensar, sin tener que convencer, ni
discutir.
La capacidad de volar sin límites y sin esfuerzo.
La capacidad de caminar sin distraerte y disfrutando de lo
que forma parte del camino.
La capacidad de observar con libertad, sin perturbar, ni
sentirte perturbado.
La capacidad de oír sin tener que escuchar, ni interrumpir.
La capacidad de ilusionarte, soñar e imaginar sin crear
incomodidad.
La capacidad de disfrutar de una flor sin robarle su aroma,
ni condenarla a morir.
Y sobre todo la capacidad de entender, comprender y verte
cómo eres visto por Él.
La verdad de Dios sólo se puede conocer en absoluto
silencio. Pero no estamos hablando sólo del silencio exterior, sino también del
silencio interior.
Si al cerrar tus ojos tu mente está en silencio, la puerta
está abierta para entender y poder reconocer la realidad que te impulsa a
vivir. Pero si no, es porque necesitamos aprender a hacer silencio, a callar
todas las voces que nos confunden y desorientan para poder oír Su voz con
claridad.
“Y por supuesto, sólo en profundo silencio podrás comprender
lo que significa todo esto que acabas de leer y además, disfrutar de todas esas
capacidades que Él nos ha dado”
Proverbios 9:17 Las palabras del sabio escuchadas en
quietud, son mejores que el clamor del señor entre los necios.
Isaías 30:15 Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de
Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será
vuestra fortaleza.
El silencio es la acción de imitar a Jesús que no abrió la
boca pues él conocía ya su propósito, ¿conoces tu cuál es el propósito de Dios para ti? <Selah>
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