En el pasado ha habido momentos buenos y malos, yo
personalmente me quedo con los buenos recuerdos, pero nada mas no me sirven
para nada más.
Siempre es bueno saber cuándo se concluye una etapa en la
vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes
la alegría y el sentido del presente. Lo importante es poner punto final a los
momentos de la vida que se han terminado.
El pasado ya pasó. No esperes que nadie te devuelva nada, no
esperes que nadie reconozca tus esfuerzos, solo nos debe servir como
experiencia, para realizar los cambios necesarios que nos ayuden a superar los
inconvenientes que aparecerán en nuestra vida. Hay que dar vuelta la página y
vivir con lo que tenemos hoy en nuestras manos.
“Noviazgos,
relaciones o amistades del pasado que no acabamos de terminar en nuestra mente.
Posibilidades de volver a empezar, necesidad de aclaraciones, palabras que no se
dijeron, silencios fuera de lugar, reacciones, actitudes, malos entendidos… Si
puedes enfrentarlos ahora, hazlo, si no, déjalos ir, pasa la página”. Cierra la
puerta para siempre, pero no por orgullo, o soberbia, sino, porque tú ya no
encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en
esa oficina, en ese oficio. Esas cosas ya no forman parte de tu vida. Tú ya no
eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año.
Muchas veces lo que nos ata, es simplemente costumbre,
apego, hábito, necesidad. Así que cierra, corta, vete, tira, oxigena,
despréndete, sacúdete, suéltate. «Así es la vida y esa es la única forma de
acceder a todo lo nuevo que tenemos por delante»
Hoy el Señor nos avisa como
hizo antes con Lot y su familia: Génesis 19:17 Y cuando los hubieron
llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda
esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas.> si hoy quieres librarte
deja lo que te ata y no mires atrás el Señor nos pone un nuevo rumbo.
Recuerda que Dios tiene un futuro preparado para ti y que
depende solo de ti alcanzarlo o quedarte distraído en las cosas del pasado, que
dicho sea de paso, no puedes cambiar.
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