Las palabras que no van seguidas de hechos, no valen nada.
Las palabras son como las hojas; cuando abundan, poco fruto hay entre ellas. La
palabra verdadera no necesita justificación, se sostiene por ella misma, la
verdad es indestructible.
Como flores hermosas, con color, pero sin aroma, son las
dulces palabras para el que no obra de acuerdo con ellas. Con buenas palabras
se puede negociar, pero para engrandecerse se requieren buenas obras.
“A menudo me he tenido que comer mis palabras y he
descubierto que eran una dieta que me ha hecho bien”.
Proverbios 3:3 Nunca se aparten de ti la misericordia y la
verdad; Átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón; 3:4 Y
hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres.
Pidámosle a Dios nos de gracia para hablar y obrar en verdad.
Proverbios 4:13 Retén el consejo, no lo dejes; Guárdalo,
porque eso es tu vida.
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