Señor, ayúdame a decir la verdad, delante
de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la
felicidad… Si me das fuerza, no me quites la razón… Si me das éxito, no me
quites la humildad… Si me das humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame siempre a ver el otro lado de la
moneda… Enséñame a amar a la gente como a mí mismo y a juzgarme como juzgo a
los demás.
No me dejes caer en el orgullo del
triunfo, ni en la desesperación del fracaso… Más bien recuérdame que el fracaso
es la experiencia a través de la cual se accede al triunfo.
Recuérdame que perdonar es la grandeza
del fuerte, y que la venganza es la señal primitiva del débil.
Si me quitas la fortuna: déjame la
esperanza… Si me quitas el éxito: dame la fuerza para aceptar el fracaso y
seguir confiando en Ti… Si yo fallara a la gente: dame el valor para disculparme
humildemente y Si la gente fallara conmigo: dame el valor para perdonar
sinceramente.
Señor, haz que nunca me olvide de Ti, sé
que Tú no te olvidas de mí, no me abandonas.
<Salmo. 27:9-10 (TLA) Yo estoy a tu
servicio. No te escondas de mí. No me rechaces. ¡Tú eres mi ayuda! Dios mío, no
me dejes solo; no me abandones; ¡tú eres mi salvador! Mis padres podrán
abandonarme, pero tú me adoptarás como hijo.>
No hay comentarios:
Publicar un comentario