Iba yo por la calle y alguien me paró para preguntarme la
hora. ¿Qué hora es, por favor? Debo tener cara de buena persona porque con
frecuencia me para la gente para preguntarme la hora o la dirección de alguna
calle.
Miré mi reloj y le dije la hora exacta. Luego le indiqué que
mirase a su derecha. Allí, muy cerca y en grandes caracteres había un enorme
reloj público que marcaba exactamente la hora. Se rio. No lo había visto. Me dio
las gracias y siguió adelante.
Haciendo prácticas de computación la chica de al lado me
preguntó la hora. Le señalé el borde inferior derecho de la pantalla de su
propia computadora. Allí estaba la hora con toda claridad y delante de ella
misma. Se rio y me dio un beso.
Otro día otro amigo estaba hablando por su teléfono móvil,
acabó la conversación y me preguntó la hora con el teléfono todavía en la mano.
Le señalé la pantalla de su teléfono. Allí estaba, una vez más, la hora.
Es el arte de no ver. Tener las cosas delante de las narices
y no verlas.
Muchas veces, las cosas que pasamos por alto son aquellas
que hemos estado buscando. No te pierdas las bendiciones del todopoderoso
simplemente porque no están envueltas como tú quieres.
Salmos 19:1 “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y la
expansión denuncia la obra de sus manos”
Mateo 24:42 Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de
venir vuestro Señor. -Escrito Por:
Giovanna-
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