Tengo que reconocerlo que no eres más porque te alaben, ni
menos porque te critiquen; lo que eres delante de Dios, eso eres y nada más.
¿Por qué he de preocuparme? No es asunto mío pensar en mí. Asunto mío es pensar
en Dios, porque Dios ya piensa en mí.
Así dice El Señor: <Jeremías 31:28 (TLA) Así como antes
me dediqué a derribarlos, arrancarlos y destruirlos, ahora me dedicaré a
plantarlos, reconstruirlos y ayudarlos a crecer.>
Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que
manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para
que puedas. Encomiéndate a Dios de todo corazón, que muchas veces suele llover
sus misericordias en el tiempo que están más secas las esperanzas. <Lucas
12:24 Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen
despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que
las aves?>
Déjate llevar por Él al remanso de paz que te tiene
preparado. Reposar en el Señor te brinda una serenidad y una paz
insustituibles.
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