1 Pedro 3:3-4. Vuestro atavío no sea el externo… sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.
La sociedad actual a caído en el error de valorar mas la imagen, la fachada de las cosas y de las personas que el verdadero contenido de ellas, la gente se avergüenza mas de no dar la talla a las medidas creadas por la sociedad que a su propia ética y moral, incluso engañándose así mismo. Confiere una gran importancia a la belleza física, dejando suponer que ésta trae la felicidad o da más valor a un individuo.
La Biblia nos enseña que “engañosa es la gracia, y vana la hermosura” (Proverbios 31:30). Para Dios, la verdadera belleza es la interior. Dios declaró al profeta Samuel, quien estaba impresionado por la estatura de Eliab, hermano mayor de David: “El Señor no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón” (1 Samuel 16:7). ¡Cuán cierto es que “el corazón alegre hermosea el rostro” (Proverbios 15:13), y que la transformación del ser interior ilumina y embellece la persona!
Jóvenes o mayores, dirijamos nuestra mirada hacia “las cosas de arriba” (Colosenses 3:1), lo que ilumina el alma y embellece el rostro.
Recuerda quien puede engañar a Dios, dice Jeremías 17:9-10 “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo, el Señor…”
Dice también la palabra… Salmo 45:2 “Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; la gracia se derramó en tus labios”
Fijemos nuestra mirada en El. 2 Corintios 3:18 Y él tiene el poder de transformar “de gloria en gloria en la misma imagen”.
Y recuerda. Gálatas 2:6.Dios no hace acepción de personas. DIOS TE BENDIGA
¡CRISTO CON NOSOTROS!
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